jueves, 15 de abril de 2010

Madre leona, leona madre

A raiz de mi entrada anterior, "el tiempo de los duendes" me lanzaron un reto. Acepté el guante y aquí está el resultado.

Cuentan que la leona salvaje es un símbolo de la Magna Mater. Símbolo de la tierra y la maternidad.


El día transcurría tranquilo en la sabana africana. Kasha acababa de tener a su camada recientemente. Se había retirado, como hacen las leonas, de la manada para tenerlos en una madriguera aislada. Había tenido cuatro crías, cuatro hermosos cachorros. De eso hacía ya cinco semanas pero aún no era momento de volver a la manada con el resto de sus compañeros.

Mientras descansaba un rato después de la caza veía corretear a sus cachorros a su alrededor. Había que estar alerta, la sabana era un lugar inmenso lleno de peligros para cachorros inquietos y algo despistados. Una nunca sabía qué era lo siguiente que podía pasar. La “ley de la selva” era implacable con los más indefensos y ella se había prometido que no perdería a ninguno de sus cachorros. Lucharía con uñas y dientes para verlos crecer en la manada.

Sus crías eran bastante cautelosas, todas salvo una. El último cachorro en salir desde que pudo caminar había demostrado una curiosidad innata. Kanu era sin duda el más intrépido de todos. Pero Kasha estaba preocupada por él. Su curiosidad le llevaba a situaciones peligrosas y cuando ella le devolvía al abrigo de la madriguera Kanu le mordisqueaba la cola mostrando su enfado. Entendía el deseo de su pequeño pero a al vez sabía la realidad de la sabana y su deber era protegerlo y guiarlo hasta que fuera un león adulto.

Levantó la cabeza justo con el tiempo de ver como Kanu una vez más se alejaba. Se había apartado de sus hermanos olisqueando algo. Y de repente había salido corriendo. ¿Qué le habría llamado la atención esta vez?

Rugió con fuerza, llamándolo, pero el cachorro no le oyó o no quiso oírle, tan ensimismado estaba. Kasha no se lo pensó, cogió al resto de los cachorros para salvaguardarlos en la madriguera y saltó rauda a buscar a Kanu antes de que le pasara algo malo. ¿Y si había algún depredador hambriento cerca?. Se le erizó la piel y no quiso seguir pensando.

En cuanto lo alcanzó, gruñó enfadada, un “no rotundo”, “no lo vuelvas a hacer”. Kanu le devolvía una mirada interrogante, tan solo había estado persiguiendo hormigas, eran tan graciosas. Su madre le entendía, ella también había sido una cachorra curiosa, pero ahora ya no lo era, era madre y su deber era protegerlo. No todos los deseos eran posibles. No siempre podía ceder. Kanu debía entender que era por su bien. Estaba bien observar hormigas pero cerca de la madriguera y a sin perderle de vista. Le tocó suavemente con el hocico, lo cogió por la piel de la nuca y regresó con el resto de la camada.

Había visto compañeros de juegos pisoteados por estampidas de búfalos o devorados por hienas o leopardos. Había perdido amigos y hermanos y ella había sobrevivido al abrigo de su madre. Ahora era una leona adulta, con experiencia y deseaba ver a Kanu como un león sabio y fuerte. Tenía que aprender a vivir en la sabana, consciente del ciclo de la vida y acatando las leyes que la sabana imponía. El era muy joven para entenderlo pero de ello dependía que llegara a adulto. Kanu iba a ser un poderoso animal con el tiempo. Le enseñaría a moverse por su territorio con seguridad. Le mostraría hasta dónde podía llegar con los demás y los demás con él. Sabía que cuando él fuera un león adulto entendería las acciones de su madre, igual que entendió ella.

Ya en la madriguera Kasha pensaba. A veces se preguntaba si no se enfadaba demasiado, ni no exigía mucho a Kanu dada su naturaleza. Se sentía tan sola fuera de la manada. Estaba deseando que llegara la hora de volver. Pero hasta entonces sus cachorros dependían de ella y no podía dejarse vencer por las dificultades. Cambiaba su madriguera de lugar tanto como le era posible, cada vez que se alejaba para cazar lo hacía preocupada por la seguridad de su prole pero así era la vida y así le guiaba su instinto. De ella dependía que sus cachorros aprendieran a vivir y que sobrevivieran. Y lo conseguiría, no en vano era la pareja del león más poderoso de la manada. Kasha pensó que si seguía valiente a su instinto, no se equivocaría.

Sus cachorros, acurrucados junto a ella, mamaban. El día terminaba. Y Kasha supo que lo conseguiría porque era una leona, una leona madre: símbolo de coraje, tierra y maternidad.

(Foto: de Noel Feans)

4 comentarios:

  1. algo se ha movido dentro de mí, me has hecho senir tan orgullosa por ser leona.....

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  2. Uf!!! no se qué decir!!! he sentido y pensado muchas cosas a la vez, per me ha encantado.

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  3. Hola Mon, te dejo un saludo en los comentarios de este post, aunque podría haber sido casi en cualquiera, porque llevo un rato leyéndote y todos me han emocionado en mayor o menor medida. Enhorabuena y gracias por haber dejado aquel comentario en mi blog, que ha permitido que te conozca :) Un abrazo

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    1. Gracias a ti por pasarte por aquí y por tu comentario. Me hace mucha ilusión que me digáis que os emociona.

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